SAN CLODIO |
Me
gustan mucho los Monasterios. Y me sobrecogen. Los encuentro como una arrogante
manifestación de poder incuestionable mediante una belleza tremenda, también
incuestionable. (¿Por qué al poder le gusta revestirse de belleza?). Todos los
que conozco, y son algunos aquí y allá, me infunden un gran asombro, como si
fuese la primera vez que los visito, y me gusta repetir visitas.